lunes, 17 de marzo de 2014

Campaña: "Señores de Antaño" - Episodio V


04:30 horas, 26 de abril de 1198.
Alrededores de la ciudad de Klausenburg



Los carros eran pasto de las llamas, formando dos piras de fuego que se elevaban hacia el cielo devorando cuanto habían sido. A la distancia, los soldados ayudaban a los miembros de la comitiva que habían sido heridos en la emboscada. 

La figura que observaba desde la enorme caravana bajo los tres escalones que lo separaban del suelo y antes de que pudiera hablar, Juan de Córdoba le agradeció en latín la ayuda prestada. Con una media sonrisa, se dirigió directamente a ellos y les dijo que había sido lo mínimo que podría hacer por unos camaradas. Dando a entender que compartía sus orígenes cainitas.

Tras las presentaciones, Myka Vykos, que era el nombre de su benefactor, se ofreció a llevarlos hasta un lugar seguro. Siempre que no le supusiese desviar su ruta hacia Bistritz. Los cuatro vástagos se sorprendieron por la fortuna de compartir destino con Vykos. Más tarde, ya de camino, se dieron cuenta de que no sólo habían perdido sus pertenencias, sino la totalidad de los vales de crédito que su patrón les había dado para acometer la construcción de la fortaleza.

La gran diligencia de Myka Vykos era muy espaciosa y confortable. El viaje continuó hacia el norte sin incidencias y se sucedían las conversaciones entre los viaeros. Myka, que compartía la sangre tzimitce con Pavlov, mostraba un cortés interés por el destino y objeto del viaje de los vástagos. Estos también conocieron que el motivo de la visita de su anfitrión a Bistritz era entrevistarse con el Conde Radu para renovar acuerdos diplomáticos.

Con el conocimiento de que habían perdido todo cuanto tenían, su benefactor les consiguió ropas limpias e incluso se ofreció a prestarles una pequeña suma para que pudieran afrontar sus gastos ordinarios.

En la última aldea antes de llegar a su destino, dejaron a los heridos al cuidado del boticario local y continuaron su marcha. La noche del 30 de abril de 1198 llegaron hasta la muralla exterior de Bistritz, donde una guardia los acompañó hasta el patio de armas de la fortaleza del Conde Radu.

Con los caballos bufando por el esfuerzo y mientras bajaban de la enorme caravana, la gran puerta que tenían ante ellos se abrió y salió a su encuentro el Conde Radu. Saludó cortésmente a Vykos y tras conocer la identidad de los demás vástagos los condujo a una sala de reuniones en lo más profundo de la construcción.

Una vez reunidos en aquella sala, en torno a una gran mesa de madera oscura, relataron a su patrón el incidente que habían tenido en el camino y la desgracia de haber perdido las reservas de las que los habían provisto. Radu, con el gesto serio, no dudó en hacerlos responsables de la pérdida, aunque se sorprendió mucho que sobrevivieran al ataque de Mitru "el Cazador". Ese gangrel era el actual príncipe de Klausenburg y era conocido por la fiereza con la que defendía su territorio de cualquier vástago que osara entrar en él. 



Tras un silencio incómodo en que la tensión se podría cortar en el ambiente, el conde Radu relajó su gesto y comentó las grandes palabras que había recibido de sus sires, alabando sus grandes capacidades. Así que aseguro que no había problema y que estaba seguro que encontrarían financiación para continuar con el plan original a pesar del revés sufrido en el camino. Además les recordó que tenían autoridad para cobrar peaje en el paso e impuestos a las aldeas cercanas, así como para contar con la mano de obra que necesitaran de las mismas. 

Con el ambiente más distendido, los vástagos plantearon la necesidad de contar con un arquitecto que pudiera diseñar la construcción que les habían encargado. Radu se mostró de acuerdo y les indicó que haría llamar al Maestro Zelios. Un nosferatu que había diseñado todas las fortalezas de la región, y que incluso había diseñado el castillo en el que estaban. El conde se mostró relajado y les invito a que lo acompañaran para ver todas las dependencias, Así podrían coger ideas para la fortaleza que debían de construir.

Cuando la velada tocaba a su fin, el patrón los invito a descansar en las estancias que habían preparado para ellos, ya que tenía que tratar asuntos privados con Myka Vykos. Además les dijo que tendrían a su disposición un carro acondicionado en el que podrían desplazarse hasta  el paso de Tihuta y la promesa de que enviaría algunos trabajadores lo antes posible para poder comenzar las obras.

Dos noches después, comenzaron la marcha hacia el paso de Tihuta. El avance era lento y pronto las empinadas cuestas que ascendían hacia los Cárpatos hicieron del viaje una marcha tediosa. Los caminos de roca eran incómodos para los ocupantes del carromato y las enormes pendientes que habían junto a la ruta aumentaban la peligrosidad del ascenso.

Casi una semana después de abandonar Bistritz, llegaron hasta el paso. Los restos de una antigua torre de madera calcinada les indicaba el sitio donde debían de comenzar su proyecto. Descendieron del carro en mitad de la noche, agotados por el viaje y por primera vez se encontraron frente al desafío al que les habían enfrentado sus Sires.


CONTINUARÁ....

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