martes, 12 de mayo de 2015

Ladrones de Ley: Un día cualquiera.



Me despierto con el ruido del despertador. En la radio suena  I’mshipping up to Boston de los Dropkick Murphys y un agradable olor a café recién hecho llega hasta mi dormitorio. 

Me levanto y me dirijo a la cocina del apartamento, donde veo a Jodie de espaldas. Esta preparando el desayuno. Jodie tiene 21 años y el cuerpo de una diosa, trabaja en uno de los clubs de Coonan, el “Bohemians”. A veces cuando tengo un día complicado, la recojo a la salida del club y pasa la noche aquí. Si alguna vez me decido a formar una familia, serían sus hermosas tetas las que querría ver cada mañana cuando me despierte.

Tras beberme el café y darme una ducha con Jodie, suena el teléfono. Es Benny Donovan, para decirme que hoy tengo que cobrar en los locales de la zona oeste. Me visto con rapidez: unos vaqueros, las botas, una camisa y mi cazadora de cuero. Bajo directamente al garaje, donde subo a mi camioneta GMC y salgo a la calle, dirigiéndome al oeste de Hell´s Kitchen.

Mi trabajo es sencillo, cobro la protección, las chicas y las máquinas tragaperras que los Westies prestan a los locales nocturnos de Hell´s Kitchen. Los Westies, como es conocida en la calle la mafia irlandesa, está actualmente dirigida por Jimmy Coonan, que controla cualquier actividad delictiva que de dinero en la zona de Hell´s Kitchen.

La ruta es la habitual, casas de putas, barras americanas, salas de juego, locales nocturnos y discotecas. La rutina de siempre: llego al local con cara de mala ostia, y el dueño acojonado suelta el sobre cargado de pasta. La mañana va como la seda.

Después de comer en el pub de Bobby McManamara, continúo la ruta de cobro. A media tarde he terminado la ronda y me dirijo al centro para entregar el dinero, cuando recibo una llamada de Donovan. Me dice que hay problemas en el “Old School”, y quiere que vaya y lo solucione. Me cago en la puta, ahora tengo que volver otra vez a la zona oeste.

Tras conducir hasta allí, encuentro la puerta del Garito cerrada. La abro y encuentro en su interior a Paulie con gesto preocupado. Paulie es un viejo irlandés que está al frente de "The Old School", uno de los pubs tradicionales de Hell´s Kitchen. Siempre ha pagado puntual la protección y me consta que es amigo de la infancia de Coonan.


El pub irlandés "The Old School" al oeste de Hell's Kitchen.


- “¿Que cojones pasa?”. Pregunto malhumorado. Puedo ver dos negros sentados en una de las mesas que se levantan cuando me ven entrar. El más alto se dirige hacía mí, mientras el otro me dice: – “Esta calle es ahora de nuestra propiedad, así que hasta que el viejo no pague, no podrá abrir”.

Respuesta equivocada. Cuando el negraco se me encara, la reacción es instintiva, un potente cabezazo lo hace retroceder unos pasos. Lo justo para parle una terrible patada con mis botas en las pelotas. El resultado es inmediato, un mono incapacitado en el suelo y el otro más blanco que el culo de una monja.

Antes de que sean capaces de reaccionar, ya los estoy encañonando con mis dos Berettas. Putos negros, por tener una pipa ya se creen gánsteres, pero estos dos gilipollas han elegido mal día para jugar a los malos. Me inclino y sin dejar de apuntar al otro, meto con dureza el cañón de una de mis pistolas en la boca de ese desgraciado que hay en el suelo.

- “Levanta mierda seca”. Puedo ver su rostro ensangrentado y como las lágrimas corren por sus mejillas. Lo voy guiando hasta una de las mesas del fondo y sin sacarle el cañón de la boca les indico que se sienten.

- “Morenos, este local está bajo la protección de los Westies”. Puedo ver como esa escoria palidecen aún más al oír el nombre de unos gánsteres de verdad. “Si vuelvo a veros a menos de 100 metros de uno de nuestros locales, me encargaré personalmente de que volváis a casa dentro de un paquete de comida para perros”

Ven como mi rostro permanece fruncido, y ellos se apresuran a asentir sin decir nada. -“Ahora, largo”. No he terminado la frase y ya están saliendo como locos por la puerta. Esos dos no volverán a molestar a un irlandés.

Paulie me da las gracias mientras me sirve un tapón de whisky y una jarra de guinness. Con las servilletas que hay sobre la barra voy limpiando la sangre y las babas del cañón de mi pipa, con aire ausente. Durante esos minutos, Paulie no para de decirme lo mal que están los tiempos y el poco respeto que tiene ahora la gente.

Cuando empiezan a entrar los primeros clientes al bar, me despido con un ademán de la mano. Vuelvo al coche y una fina lluvia comienza a mojarlo todo. La vuelta hasta el centro es lenta, parece que la gente se vuelva gilipollas con el coche cuando llueve. Voy directo al local de Donovan, cuando llego, saludo a los chicos que están en la barra.

Tomo una cerveza con ellos, hasta que Benny Donovan me llama desde el despacho. Entro y le doy la cartera con el dinero. Le informo que han pagado todos y de los rumores que me han contado en cada local. Después de unos minutos en silencio mientras que cuenta el dinero, me pregunta por Paulie, le explico lo sucedido y le aseguro de que esos monos no volverán a molestar. Donovan me conoce desde hace años y sabe que puedo ser muy convincente.

Benny me da el ok, y me despide hasta el día siguiente. Salgo del despacho, tomo un par de cervezas más y ceno en el local con los chicos. Cuando empiezan a cerrar me despido y vuelvo canturreando hasta el coche. Pienso en pasar por el “Bohemians” para recoger a Jodie, pero estoy cansado y tengo ganas de estar solo.

Conduzco ausente hasta mi apartamento, dejo la camioneta en el garaje y subo con el ascensor hasta casa. Me pongo cómodo y enciendo la televisión. Sentado sobre mi cómodo sillón voy pasando de canal en canal hasta que el sueño termina por vencerme. 

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